lunes, 24 de agosto de 2009

19 de Julio de 2009 |10:28
Especialistas dudan sobre el perfil del nuevo titular de la Dirección de Escuelas
Cuatro expertos locales coincidieron en que la persona que esté al frente del gobierno escolar debe provenir del campo educativo. Además, detallaron otras competencias y capacidades que se deberían tener en cuenta para la evaluación de Carlos López Puelles.

La nominación de Carlos López Puelles en reemplazo de Iris Lima en la Dirección General de Escuelas supone algunos reparos para los especialistas. Es que la formación básica del postulado, quien exhibe un título de contador público nacional y casi nula vinculación con la docencia (salvo su trabajo técnico -no académico- en una universidad privada) ha despertado la polémica sobre las habilidades y capacidades del funcionario propuesto.

MDZ requirió la opinión a cuatro expertos de diferentes ámbitos quienes pusieron énfasis en la trascendencia de la educación en su vinculación con la política, como la herramienta más adecuada para superar los actuales resultados, que a la luz de la opinión del ministro nacional Juan Carlos Tedesco, no son los mejores: “estamos mal. Tenemos resultados muy mediocres y desiguales”, dijo hace unos días en declaraciones periodísticas. Aquí, el ministro con el gobernador Jaque y López Puelles.

Lejos de la reducción del problema únicamente a la lectura de resultados, o a la hipocresía que a veces suponen los discursos oficiales, los consultados reforzaron la visión panorámica que cualquier política educativa necesariamente debe contemplar.

Más que un nombre, un proyecto. Al margen de nombres propios, del intercambio con educadores e investigadores queda claro que lo que falla, principalmente, es el proyecto de fondo que se le pretende dar a la educación mendocina. La ex rectora de la Universidad Nacional de Cuyo y también ex decana de la Facultad de Educación Elemental y Especial, María Victoria Gómez de Erice, es contundente al respecto: “La educación, además de proveer conocimientos básicos y científicos más complejos, forma a los ciudadanos, prepara para el mundo del trabajo, para el cuidado del medio ambiente, sirve de soporte a la seguridad, genera a los futuros responsables de las áreas específicas de la actividad privada y pública”.

En la misma línea, el experto internacional Alejandro Castro Santander (foto), reafirma que “la educación pública es asunto de las políticas públicas y debería ser una prioridad”. Pero más allá de ese axioma no siempre considerado, estima que “el gobierno escolar no puede estar aislado del resto de las políticas, ya que la educación prepara a los futuros ciudadanos que hoy están en las escuelas para el relevo de varias generaciones de adultos. Ellos son la generación del Bicentenario y no pueden seguir recibiendo promesas de una educación de calidad con pertinencia. Necesitamos un proyecto de Nación para que desde la educación formal podamos elaborar un proyecto educativo nacional y provincial. ¿Qué país queremos ser? ¿Qué educación necesitamos para ese país?” se preguntó.

Por su parte, la secretaria académica de la UNCuyo, Estela Zalba consideró que “en Argentina se carece de una política educativa en serio. Se cree que haciendo leyes ya se soluciona y define el tema de la política educativa; pero si bien las leyes son necesarias no son suficientes, para que una política educativa exista como tal, se debe arribar a acuerdos programáticos, que generen un proyecto educativo a mediano y largo plazo, es decir, una política de Estado respecto de la educación y no una política de un determinado gobierno”.

Para profundizar este análisis, la psicopedagoga, investigadora de la UNCuyo y magíster en Didáctica de la Universidad de Buenos Aires, Mónica Matilla, asegura que “una nueva ciudadanía viene de la mano de una educación que busca de modo efectivo, no meramente discursivo, el desarrollo íntegro e integral de los niños y jóvenes de la sociedad, ciudadanos capaces de respetarse y respetar, conocedores de sus derechos y responsables de sus deberes, participativos y solidarios, con hábitos cívicos que les sitúen en la sociedad como sujetos activos, capaces de comprender que en el respeto por las diferencias se abre el camino hacia una sociedad solidaria”.


Tal vez por todas estas profundas consideraciones es que conviene advertir si la nominación y el perfil de López Puelles responden a las necesidades que hoy tiene la Provincia en sintonía con lo antes apuntado por los especialistas y especialmente en atención a la complejidad que plantea una política educativa. Una respuesta que podrá quedar saldada (o al menos tiene una importante ocasión) en la audiencia pública y en el exhaustivo estudio de los pliegos que harán los legisladores antes de prestar su acuerdo.

¿López Puelles tiene el perfil necesario? Los expertos consultados por MDZ no eludieron la respuesta y también dejaron sus impresiones sobre las posibilidades de que López Puelles desembarque finalmente en la DGE, a pesar de que su perfil no aparezca como el ideal para la tarea que le tocará desempeñar.

Gómez de Erice reflexionó que “nadie niega el derecho del Gobernador a elegir a quien cree conveniente. Sin embargo tal decisión tiene sus límites”, marcando una distancia de la postulación. Considera que hay aspectos técnicos y estratégicos que es necesario conocer y que para “ello las Universidades e Institutos Superiores de Formación Docente preparan para desempeñarse tanto en el ejercicio de la docencia como en la gestión del área. Por ello para dirigir la educación es necesario conocer esas especificidades”. Algo que evidentemente López Puelles no tiene.

Para Castro Santander, el nuevo director general de Escuelas debe ser “alguien que gestione la educación provincial, pero no como el gerente de alguna empresa, sino como alguien que conozca la vida de las escuelas. La escuela es una institución muy compleja y no necesita de aprendices, ni probar con el ensayo-error. Estamos hablando de niños y jóvenes, no de ratas de laboratorio. Acá no valen improvisaciones sino idoneidad. Y para aquellos que piensen que eso se resuelve con una personalidad con liderazgo y desconocimiento profundo del área pero rodeado de asesores, también se equivocan”. Así atacó la principal línea argumentativa del gobierno que puso énfasis en el perfil gerencial del nominado, ya que según aseguró el ministro de Gobierno Mario Adaro, “política educativa hay de sobra”.

Luego, el especialista remató de la siguiente manera: “Necesitamos un/a líder idóneo/a en educación y tan inteligente como para saber que necesita de asesores para que su gestión sea exitosa. Es muy difícil que exista una gestión educativa mejor que su director/a”.

Zalba (foto) cree que si se quiere superar el “estado de provisionalidad y fragilidad” producto de cada nuevo gobierno que abandona lo que hizo el anterior, lo que “demuestra la inexistencia de una política educativa”, es necesario actuar de forma diferente a como se ha venido actuando en el último tiempo. Para ello cree imprescindible que quien esté a cargo de la política educativa “debería ser alguien del ‘campo’ educativo”, ya que “la complejidad de lo educativo no puede aprehenderse ni aprenderse en el lapso de una gestión, hay que conocerlo de antemano, hay que estar inmerso en él, pero también ser capaz de verlo en perspectiva”.


Justamente, López Puelles parece llegar a la DGE sin el background de aquel que proviene del campo educativo, por lo tanto, difícilmente podrá aprender sobre la marcha, y mucho menos, ser capaz de ver su rol y sus decisiones en perspectiva con el cargo que se le ha asignado.

Además de eso, Zalba considera que el elegido debe ser alguien que “tenga apertura y disposición al diálogo, al consenso, con ánimo de escuchar: a los especialistas, a los docentes, a los directores y supervisores, a los propios alumnos, a los padres. Alguien que crea y defienda la educación pública, por convicción y con pasión. Alguien con buen juicio y discernimiento, reflexivo, que no improvise, que mida y se haga cargo de las consecuencias de sus actos y decisiones, pero también que sea un hacedor”.

Finalmente, Matilla expresó que “sólo desde una mirada reduccionista puede pensarse que en la educación de Mendoza, según lo expresado por el Poder Ejecutivo, ‘sólo se necesita sentido común’… porque ‘política educativa hay de sobra’… y paradójicamente se nombra al Director de Administración de la DGE, como Director General de Escuelas porque lo que falta es ‘orden administrativo y gestión de recursos humanos’”.

Más allá de su aseveración, Matilla cree que la persona designada debe ser alguien “con un claro compromiso con lo social, convencido que los cambios en educación son a largo plazo y que muchas veces el ‘hacer’ implica altos costos desde lo político, pero que es necesario que se tomen decisiones que revaloricen el rol de la educación y de los educadores en la sociedad. En síntesis debe ser un conocedor de la realidad social, investigador y estratega capaz de implementar acciones que articulen y vinculen cada uno de los proyectos y programas impulsados por las políticas públicas”.

Al parecer, y según se desprende de las palabras de los expertos y los escasos antecedentes que el Gobierno ha dado a conocer sobre López Puelles, no surge claramente que su postulación esté a tono con los problemas y desafíos que significan el gobierno escolar. En particular con el manejo de circunstancias específicas, netamente técnicas y altamente complejas como son las de la realidad escolar de Mendoza. La política educativa, su concepción y ejecución, merece además un articulador capacitado y flexible, imbuido de las razones y sueños de la educación pública, un sayo que aparece como extremadamente holgado para López Puelles.

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